miércoles, 27 de abril de 2011

Revive la pasión: Ten una Aventura

Los he visto hoy por primera vez en mi calle, en Madrid.


Grandes carteles, a todo color. Una campaña publicitaria de las caras. Junto a la imagen de una pareja abrazada se lee la frase "¿Estas casada? Revive la pasión: Ten una aventura".










Acostumbrado como estoy a fakes de lo más variopinto, lo primero que he pensado ha sido que debía de tratarse tan solo de una maniobra de marketing basada en un doble sentido y con la única finalidad de generar polémica. Aún así no he podido evitar buscar el eslogan en Google y, de esta forma, he descubierto que se trataba de una propaganda muy auténtica. Tanto que da arcadas.


Lo que se anuncia es la pagina web http://www.victoriamilan.es/, que ofrece un servicio que permite a personas casadas de todo el mundo ser infieles a sus parejas de manera anónima, segura y (ante todo) muy sencilla.


Que la gente se pone los cuernos y que se usa Internet para hacerlo de una manera más cómoda no es ningún secreto. Aún así el descubrimiento de este negocio basado en animar a las parejas a engañarse y consistente en dar soporte y apoyo a la infidelidad me ha provocado un sentimiento de asco de unas dimensiones que pocas veces antes en mi vida había sentido.


Para dejar claro hasta que punto la intención de la gente que hay detrás de Victoria Milan es única y exclusivamente que nos mintamos como bellacos los unos a los otros, copio y pego unas líneas extraídas directamente de la página web oficial de la infame empresa:




Dicen que solo se vive una vez y nosotros vamos a ayudarte a vivir tu vida al máximo creando este lugar de encuentro para que, de una forma totalmente anónima y privada, puedas dar emoción a tu vida diaria. ¡Te ofrecemos una oportunidad única!

Victoria Milan es la primera página web de citas diseñada e
specíficamente para gente casada o en pareja a nivel europeo. Damos la bienvenida a miembros de todo el mundo y la gente soltera siempre es bienvenida. Te ofrecemos un ambiente completamente anónimo y confidencial para que te diviertas un poco, coquetees, conozcas a alguien y surja una aventura lejos o cerca de casa.

Sea lo que sea que busques, personas casadas o en pareja, personas de tu propio país o del extranjero (Noruega, Dinamarca, Suecia…) las puedes encontrar en nuestra página web. No sabes lo que te vas a perder si no lo intentas. ¡Recuerda que solo se vive una vez!




Impresionante ¿verdad?


Básicamente el mensaje es: ¿Te has comprometido? La vida es corta y si no te follas a otra gente la habrás malgastado. Por eso ayúdanos a ganar pasta pencándote a un montón de casados. Nosotros prometemos que tu pareja no se enterará.


Más de un tontolaba ya tenía este argumento en la cabeza mucho antes de que Victoria Milan comenzara a rentabilizarlo, por eso creo que hay un par de asuntos de los que, en general, deberíamos ir empezando a mentalizarnos:




1- No es obligatorio comprometerse. Tal vez lo fue en algún momento de la historia pero hoy por hoy se puede ser eternamente soltero y no pasa nada. Quiero decir con esto que si no estás dispuest@ a mantenerte fiel a la persona con la que elijas pasar tu vida lo que debes hacer es aceptar que tu vocación es la soltería y no involucrar a otro ser humano en un proyecto de pareja en el que no crees.


2- Si te falta pasión, si te falta chispa, confianza, intimidad... etcétera la solución no pasa por tirarte a otro u otra. De hecho eso solo te garantiza remordimientos, quebraderos de cabeza y un sin fin de malos ratos que pasarás tratando de ocultar tus engaños. Sin contar por supuesto con el dramón del día que te pillen (que te pillarán, porque las mentiras tienen las patas muy cortas).


3- Por mucho que opines que es moralmente aceptable recurrir a otra polla/chochito diferente de manera ocasional estas en la obligación de respetar a tu pareja, a tu familia y principalmente a tus hijos en caso de tenerlos. Trata de comparar el "sufrimiento" que la "falta de pasión" te causa con el daño que puedes infringir a terceras personas con un comportamiento tan egoísta. Si la perspectiva de hundir la vida de un ser querido por un escarceo sexual no te para los pies acude a un profesional de la salud mental para que te trate con urgencia el trastorno de la personalidad que, sin duda, sufres.


4- Si de verdad necesitas petarte a alguien que no sea tu mujer o tu marido déjale antes de hacerlo. Probablemente sufra, pero seguro que le duele mucho menos que descubrir que se come las babas de otr@ cada vez que te besa. De esta manera seguirás siendo idiota, pero al menos mantendrás niveles de dignidad y honestidad aceptables de cara al resto pero, ante todo, de cara a ti mism@.




Tras darle vueltas al tema he logrado llegar a la conclusión de que el noruego que se inventó esta basura debió vivir una infancia de lo más traumática. Su madre se follaba sin duda al butanero en presencia de su padre cada tarde, e imagino que todas sus parejas sentimentales se habrán comido un millar de pollas durante el transcurso de su relación. Solo un cornudo hijo de cornudos podría ver la infidelidad como algo tan deseable y aceptable como para convertirla en un negocio. Solo el mayor de los cabrones podría pagar por empapelar una ciudad con mensajes de ánimo a la mentira y el engaño.


Al margen del estudio de las razones que pueden llevar a un ser humano a convertir una práctica deleznable, causa de divorcios, traumas infantiles y toda clase de desgracias familiares en una actividad lucrativa solo me queda añadir que las relaciones, además de en pasión, intimidad y chispa, se basan esencialmente en la sinceridad, la confianza, el cariño y el respeto mutuo.






Lo uno nace de lo otro. Con mentiras no hay confianza, y con engaños no hay cariño. Una “aventura 100% confidencial” no es compatible con una relación sincera. Y en una relación que no es sincera siempre faltará chispa.






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jueves, 14 de abril de 2011

El Libro de Caretos

Me preguntan: ¿Por qué  no te gustan las redes sociales?
Odio las redes sociales porque soy un amante bandido de la privacidad y el derecho a la intimidad y siento que estos dos conceptos son absolutamente incompatibles con Facebook, Tuenti y similares.
Estos inventos han logrado que aceptemos sin dudar regalarle no solo nuestros datos personales sino toda clase de información adicional de carácter privado a gente de la que no sabemos nada. Hay alguien en Facebook S.A. que tiene acceso a nuestro nombre, a nuestras fotos, a nuestro entorno y a nuestras comunicaciones. Hay alguien que, en diez minutos, puede hacer un informe completísimo sobre qué hemos hecho, dónde hemos estado, con quién hemos salido, qué hemos dicho, que ideas políticas tenemos, qué nos gusta y disgusta, qué páginas web visitamos, desde dónde lo hacemos, a qué hora lo hacemos y con qué frecuencia.







Hace solo unos años habria hecho falta una investigación policial importante para lograr tenernos tan controlados. Ahora los millones de usuarios de Facebook dan y seguirán dando reportes detallados diarios sobre sus vidas a una compañía que, con la excusa de estar conectando a la gente, ha creado la mayor base de datos privados de la historia en un tiempo record y con un esfuerzo mínimo. Sospechamos que solo la utilizan para vendernos cosas pero nada les impide hacer uso de ella para algo más.
Ya hemos leído en la prensa casos de delincuentes exitosamente detenidos gracias a lo que publicaron en sus cuentas de Facebook. ¿Tan descabellado resulta pensar que, si les vigilan a ellos, también pueden vigilarnos cuando quieran a nosotros? ¿Acaso no conocemos también a víctimas de crímenes que no podrían haberse cometido sin la ayuda de las redes sociales? Me vienen a la cabeza casos como el de los ladrones de famosos que desvalijaron a Paris Hilton cuando leyeron en Twiter que había viajado a otra ciudad. O la mujer que fue asesinada en Valdemorillo por su ex pareja tras difundir por Facebook que tenía una relación con otro hombre. Todo esto sin olvidar los incontables episodios de extorsión, chantaje e incluso abuso de menores a través de la red que han saltado a la prensa a lo largo de los últimos años.
Estamos demasiado expuestos. Y lo peor de todo es que tiene que ser así porque sin subir fotos, sin etiquetar amigos, sin explicar donde fuiste el sábado y sin que el resto del mundo haga lo mismo las redes sociales no tendrían ninguna gracia y, por consiguiente, ningún éxito.
Es uno de esos casos incomprensibles de borreguismo universal. Atrapada en las redes sociales hay gente muy válida e inteligente, gente que si se parase dos minutos a reflexionar qué le lleva a aceptar una situación tan desventajosa  cancelaría todas sus cuentas y no volvería a tocarlas ni con un palo largo. Sin embargo como es cómodo, como es barato, como es divertido… como todo el mundo lo está haciendo, se acepta sin más y de esta manera se perpetúa indefinidamente un mal innecesario.
Es este un punto interesante, puesto que si bien odio Facebook por aquello en lo que se ha convertido lo que realmente me preocupa es aquello en lo que puede llegar a convertirse.
¿Os acordáis de la frase “si no estás en Internet no existes”? Ahora es “si no estás en Facebook no existes”. La semana pasada hubo en mi ciudad una manifestación a la que me hubiera encantado acudir, y me enteré de ella el día después de que ocurriera. Por no usar redes sociales. Siento que si yo hubiese vivido en Egipto me hubiera enterado de la reciente revolución la mañana en que, mirando por la ventana, viera mi país arder.
Está empezando a ocurrir que si no formas parte de las redes sociales tienes muchas desventajas. No es solo que folles menos o que conozcas menos gente, es que poco a poco hay cosas que hay que hacer o de las que tienes que enterarte por Facebook. Llegará un día, si seguimos mostrando como sociedad un desprecio tan absoluto por la comunicación interpersonal tradicional, en el que habrá que estar dado de alta para pedir cita en el médico o para votar en unas elecciones. Ese día nos habremos convertido en un estado Orwelliano y lo habremos hecho gratuita y voluntariamente.









A todo esto. ¿Nadie se ha dado cuenta de los repugnantes cambios que ha habido en la manera que tiene la gente de relacionarse? El auge de las redes sociales ha propiciado comportamientos deleznables (aunque comúnmente aceptados) que ponen en peligro de muerte las relaciones humanas tal y como las conocemos.
Ahora un usuario medio tiene agregados y con acceso a la misma información a 500 contactos de los cuales conoce mínimamente a 20. De esos 20 hay al menos 10 a los que si se encontrara por la calle simularía no haber visto y de los restantes solo considera a un par verdaderos amigos en el sentido estricto de la palabra. Es decir, como antes de Facebook pero mucho menos privado.
Sales de fiesta, hablas con un tío. Al día siguiente te agrega y tu le aceptas. Él agrega a tus amigas por que están buenas. Tu imitas su comportamiento con las suyas porque es normal, aunque al final te da vergüenza y solo hablas con una. Toda esta gente puede ver quién eres, con quien te mueves y que cosas dices. Y una nueva remesa de desconocidos llega puntual cada fin de semana.
Facebook no entiende de grados de amistad, para él todos son iguales. A lo mejor pretendías separar tu grupo de amigos heavis del colegio de tu nueva pandilla moderna de la uni. O a tus colegas macarras del barrio de la gente del trabajo. No vas a poder hacerlo. Ni tampoco podrás evitar que el tío que conociste el fin de semana pasado se pase a tu ex novia por la piedra antes de desaparecer para siempre de tu lista de contactos.
Ya nadie te envía fotos, ahora las cuelgan y si quieres puedes verlas. Oh Dios mío… sales ridículo en esa ¿eh? Pues ya la han visto todos. Es que es pública ¿sabes? Date por satisfecho si nadie se la ha guardado para su uso y disfrute personal.
Por tu cumpleaños te felicitan ochenta personas. ¡Uau! ¡Ochenta! A sesenta y ocho no las ubicas. El resto de mensajes tampoco los valoras mucho: sabes que solo se han acordado por que el programa les avisó para que lo hicieran. Pero a ellos les vale, no pienses que van a gastar tiempo y dinero en llamarte o pasar a verte. Cuando llegue su día, además, tú harás lo mismo.
Puede que con los años este tipo de situaciones te acaben hartando, pero no te molestes en dejar de usar tu cuenta: Descubrirías que tu sucedáneo de vida social se deshincha en cuestión de días, y ya nadie es capaz de soportar eso.
A no ser, claro, que todos decidiéramos borrar nuestros datos y volver a retomar nuestras relaciones humanas clásicas.
Esas que se establecen de tú a tú, las que se mantienen con voluntad y esfuerzo personal. Las que perdurarían en el tiempo aunque los servidores de Facebook se fueran al carajo. Las que no se basan en en la imagen que tratamos de publicar con fotos escogidas y frases ingeniosas sino en lo que somos de verdad al otro lado de la pantalla.
Estamos a tiempo de acabar con todo esto para volver a hacer uso de la capacidad comunicativa que tantos siglos nos ha costado llegar a adquirir y perfeccionar. Para volver a ser humanos.
¡HUMANOS! No un puto Libro de Caretos.













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martes, 12 de abril de 2011

Gadafi me cae simpático

No es que escriba esto amparado en el supuesto anonimato que internet me ofrece. Lo escribo por qué el sábado por la tarde me sorprendí a mi mismo pronunciando estas palabras en público tras desatar mi insensata lengua a golpe de mojitos bien cargados, y digo que me sorprendí no porque no lo supiera tiempo atrás, sino porque no esperaba ni de lejos llegar jamás a tener el valor de reconocerlo abiertamente.

Pese a que el dirigente libio ya ostentaba su cargo mucho antes de que yo naciera comencé a ser plenamente consciente de su existencia hace tan solo un par de años. Yo me encontraba por aquel entonces en África, celebrando la fiesta del cordero en compañía de unos amigos que me habían prestado para la ocasión una indumentaria típica de la zona. De repente alguien se fijo en que tanto el grand bubu como la prenda de cabeza que vestía, unidos a mi tez clara, el vello facial y las gafas de sol, me daban un aspecto que les resultaba familiar. Fue así como empezaron a llamarme Gadafi.

Ya en ese momento comencé a intuir que se trataba de una figura polémica. Los propios africanos que trataron de explicarme la biografía de mi “doble” no podían evitar oscilar en su discurso entre la admiración y la vergüenza ajena. Entre el amor y el odio.





De vuelta en España, meses después y tras una breve investigación, me fue posible tener una idea más global de la vida y obra de este señor, que a grandes rasgos y siempre según mis recuerdos puede resumirse de la siguiente manera:

Mu'ammar al-Qadhafi es un tipo de origines humildes que, a base de estudio y afán de superación, logró llegar a oficial del ejército libio. Además se formó como abogado en una época en la que la educación universitaria en su país era algo tan accesible al ciudadano medio como lo es para un joven español un chalet en propiedad hoy en día.
Orquestó un golpe de estado que logró expulsar a un rey colocado en el poder por y para los intereses europeos que, exactamente igual que ahora, eran muchos y muy poderosos.

Instauró un sistema (híbrido de democracia, dictadura e islamismo) en virtud del cual sus conciudadanos pudieron empezar a votar en elecciones. Nacionalizó sus recursos naturales (el bendito petróleo) y expulsó a las compañías extranjeras que se lucraban con su extracción.
Para terminar de liarla montó una suerte de “club” de naciones árabes apoyado por el cual se atrevió no solo a poner a caer de un burro al estado de Israel sino a anunciar que financiaría y entrenaría a cualquiera que estuviese dispuesto a meter caña a los judíos.
¿Radical? Muchísimo. ¿Valiente? Pues oiga…también. Tras años de colonialismo italiano y después de haber sido la puta de occidente Libia pedía justicia a gritos, y Gadafi optó por darle a su país lo que él consideraba que le correspondía.
Como consecuencia de sus actos el estado libio y la figura de su dirigente pasaron a considerarse indeseables por la opinión pública internacional, situación que se vio agravada por la matanza, en la década de los 80, de cientos de personas en un atentado perpetrado a bordo de un avión que sobrevolaba Escocia ya que los ejecutores resultaron ser ciudadanos libios aparentemente respaldados por el gobierno del Coronel.
Después Gadafi se suavizó. Indemnizo a las víctimas y entregó a los asesinos. Relajó sus posturas, permitió regresar a las petroleras extrajeras y cedió parte de su territorio a los Estados Unidos para que fuese utilizado como base aérea. Así se gano el indulto de la comunidad internacional, y comenzó a ser tratado de una manera bien diferente a aquella a la que le tenían acostumbrado.
Visitó muchos países, acudió a varias conferencias, se dirigió al mundo desde las Naciones Unidas y comerció con diversos gobiernos. Entre otros el nuestro, que le vendió armas y tecnología militar como para parar un tren.




En esta última etapa se encontraba una Libia con el producto interior bruto más alto de su historia cuando una revolución supuestamente espontanea y, según parece, enormemente sangrienta, comenzó a asolar el país africano hace ahora un par de meses.

Hace tiempo que no se informa a la ciudadanía, pero durante las primeras tres semanas posteriores al estallido del conflicto la prensa europea se ocupó de hacer correr ríos de tinta explicando lo malo que es y ha sido siempre Gadafi con su pueblo  y lo necesario, deseable e inevitable del levantamiento popular surgido en su contra.
Eso no evitó que se tardara un mes entero en poner en marcha el contingente militar internacional que actualmente se encuentra en la zona con la misión, siempre según nuestros gobernantes, de proteger a la población civil de los ataques genocidas del sátrapa.
Pues bien: cuando de la noche a la mañana todos los medios de comunicación tratan de ponerme en contra de un dirigente al que hasta antes de ayer hemos estado vendiendo metralletas, a mi me huele a chamusquina.
Si encima resulta que el blanco de toda la ira internacional es una figura tan conflictiva y polémica, alguien que ha dedicado una vida a meterse en líos criticando y desafiando a las naciones más poderosas y peligrosas del planeta solo puedo desconfiar. Desconfiar y opinar basándome solo en lo que siento, y lo que siento es que me cae simpático.
Gadafi es un caradura, y un déspota que vive a todo tren con el dinero de su pueblo gracias a sus cargos autoimpuestos. Además es un loco excéntrico, viaja con camellos rodeado de mujeres armadas y se inyecta Votox. Lo sé. Lo sabemos todos. Según mi amiga Imane, que le entiende cuando habla en su lengua natal, además de ser un ególatra narcisista no ha sido capaz de pronunciar un discurso comprensible en toda su vida pero ¿de verdad es Gadafi el malo de la película?
El presidente de mi gobierno nos ha mentido en incontables ocasiones, regala ministerios y sueldos vitalicios a sus colegas de cafetería, derrocha en caprichos el dinero público, ha destrozado la economía de mi país y toda esperanza de futuro a medio plazo para la juventud española y negocia con los mismo terroristas que asesinan a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado para el que trabaja. Y ninguna coalición le tira bombas.




Jose Luis Rodríguez Zapatero, cuando estaba de gira por los países árabes, regresó en avión a España solo para pasar la noche, aunque debía volver al día siguiente para otro acto. También pagó de las arcas del estado el viaje a Washington de sus dos hijas satánicas para hacerse una foto de familia con Obama  ¿No es eso ser excéntrico?

Ha colocado a dedo a coleguitas insuficientemente preparados en cargos de importancia vital. Algunos directamente del instituto al ministerio. ¿No es eso ser un déspota?
Está al frente de un gobierno (debo decir presuntamente) dispuesto a todo, sea legal o ilegal, con tal de satisfacer a E.T.A. y conseguir de esta forma el golpe de efecto que necesita para conseguir un buen puñado de votos en las próximas elecciones. ¿Acaso no es eso cooperar con terroristas?
Vamos, que son tal para cual. Y ¿No hay gente que siente simpatía por Zapatero? Pues yo la siento por Gadafi.
Porque además él es la oveja negra. Un apestado. El rival a batir, como John Cobra. Un cabezota que cree cosas y las defiende. Que hace lo que cree que debe hacerse y que acaba machacado por no morderse la lengua. A mi esa gente de primeras me cae bien, aunque no tenga razón y aunque haga cosas malas. Porque los principales interesados en que caiga, los que organizan, alientan y subvencionan a esa  “resistencia popular” que sustituye su actual bandera nacional por la del antiguo rey-marioneta Idris son muchísimo más malos e infinitamente más siniestros ya que actúan desde las sombras, sin dar la cara, intrigando y manejando el mundo como quien juega a las damas con total impunidad.
Si esto fuese la Guerra de las Galaxias Gadafi sería Vader, porque todo el mundo sabe que el auténtico malo de la película es el Emperador.




Creo firmemente que en base a la reacción que los países poderosos tienen ante una revolución como la libia se puede medir lo implicados que están en su estallido. En este caso (desde mi punto de vista) están metidos hasta el cuello y a mí, desde pequeño, siempre me gustó la idea de estar de lado del más débil. No sé, me parece más romántico. Por eso vuelvo a repetir lo mismo:

A mi Gadafi me cae simpático.








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lunes, 4 de abril de 2011

"Gang bang, abierto hasta la hora del ángelus"

Recibí el otro día, en respuesta a "Héctor Meleiro y las Nazis de la complutense" un comentario anónimo de lo más interesante. Y cito:




Los católicos también hacen esas cosas, a ver si los malos solo van a ser los de siempre... http://www.elcorreo.com/alava/rc/20110401/cultura/interrumpen-obra-teatro-barcelona-201104010945.html




Pinché en el link y leí un par de artículos publicados en varios periódicos digitales. Cómo no, vi también el video, en el que un personaje visiblemente exaltado salta al escenario durante la representación y se pone a berrear como un autentico animal mientras amaga con golpear con una banqueta al reparto de “Gang bang, abierto hasta la hora del Ángelus”.


Debo decir, como cristiano, que la actuación de este tipo es vergonzosa. Pero lo es por las formas, no por el fondo. Digo con esto que desapruebo la manera violenta y descerebrada que tuvo de expresar su indignación, no el hecho de que se decidiera a expresarla.


Solo es necesario fijarse el título de esta obra para confirmar que está pidiendo polémica a gritos, probablemente porque el guión y la puesta en escena deben ser más bien mediocres. Aventuro esto porque no se me ocurre ninguna otra razón en virtud de la cual el ideólogo de este esperpento ha podido decidir bautizar a su espectáculo de una forma tan irrespetuosa e insultante.








El ángelus es una oración que se reza a la virgen María cada mediodía para conmemorar el momento de la anunciación del arcángel San Gabriel. Un gang bang es una orgía en la que muchos hombres se follan violentamente a una sola chica. Unir estos dos conceptos en una frase molesta, y mucho. Y no precisamente a los aficionados al porno.


Imagina, lector, que escribo y titulo una obra de teatro de la siguiente manera:

¡Semen a borbotones en la cara de la madre de …(tu nombre y apellidos)…!


Después monto la obra y la represento en un teatro catalán, subvencionado con dinero proveniente de los impuestos de todos los españoles.


A ti no te haría ninguna gracia. Posiblemente, interrumpir enfurecido una representación sería lo más suave que se te ocurriría hacer. Protestarías, y mucho. Y tendrías todo el derecho del mundo porque, aunque a mí tu madre me la traiga floja, no tengo ningún derecho a vejarla de esa ni de ninguna otra manera. Y menos a lucrarme con ello.


Querido lector: Para los cristianos, María es nuestra madre.


-“¡Pues que chorrada!”



Pues sí. Pero es lo que creemos. Y tenemos DERECHO, según la legislación vigente, a creerlo. Igual que tú tienes derecho a creer en el Banco de España o a comprar un Hummer Lumusina (que son cosas que yo nunca haría, pero tengo obligación de respetar).


Tengo entendido, pese a que no he tenido la ocasión de asistir al espectáculo, que durante el mismo se parodia la consagración. De verdad, me INDIGNA que se subvencione esto con mi dinero. Es como comprar un palo para que te aticen: una auténtica putada.


Me vienen a la cabeza bastantes comportamientos, políticos, empresas e ideas que me dan asco y a las que me encantaría ridiculizar con apoyo institucional. ¡Pero no quiero hacerlo! Porque creo que las personas DEBEN PODER vivir en un mundo en el que se respete al contrario y no sé le agreda por discrepar. Aún así, aunque quisiera, ¡no podría! ¿Quién iba a concederme una subvención para sacar adelante semejante proyecto?


Entonces ¿por qué todos pueden joder con mi fe y yo no puedo cagarme en ciertos individuos de una manera igualmente injuriosa sin enfrentarme a una demanda judicial? ¿Qué pasa con la Iglesia? Se ataca y falta al respeto a sus devotos mucho más salvajemente que a los fans del Reiki. ¿Es esto lógico? Porque, si podemos entender que la gente tiene derecho  disfrutar con sus limpiezas de aura, ESTAMOS OBLIGADOS a aceptar que unos seres humanos decidan creer en un señor con barba que les cuida desde el cielo.


El anónimo que dejo el comentario con el que se abría esta entrada da a entender que juzga comparable asaltar y profanar una capilla, en la que hay gente rezando sin meterse en la vida de los demás, con reventar un espectáculo que, de manera ruin y oportunista, hace mofa de las creencias de muchos para conseguir presencia en los medios mientras paga las cuentas con el dinero de nuestros impuestos.


Mi respuesta es NO. No es comparable. Y si afirmo, como he afirmado más arriba, que el energúmeno que interrumpió “Gang bang” merece el mayor de los desprecios, imaginad que opino de quién actúa movido por la sola intención de intimidar y coartar la libertad religiosa de sus iguales.


De todas maneras, y como dato curioso, la figura del “reventador” de representaciones ha existido siempre. Se dice de don Ramón María del Valle Inclán que ir a gritar y patear durante los estrenos de los autores que le disgustaban era una de sus más curiosas aficiones. Seguro que él también la hubiera montado en “Abierto hasta la hora del Ángelus”.








Y no por que fuese muy beato precisamente.









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viernes, 1 de abril de 2011

Oda al Apestado

Echamos la vista atrás y nos sorprendemos de cuan ignorantes podían llegar a ser nuestros antepasados.
Los egipcios, por ejemplo. Cuando les dio por adorar al Sol mirándolo fijamente. Luego se quedaban todos ciegos preguntándose por qué. Ahora somos más listos, sabemos que esa práctica quemaba sus retinas.
No hace tanto, cuando madame Curie descubrió el Radio, parece ser que las damiselas de la alta sociedad se embadurnaban la piel con cremas radioactivas. También era considerado un placer solo al alcance de los más pudientes beber agua con radio. Nadie en su sano juicio osaría hacer nada semejante por voluntad propia hoy en día.
Por poner más ejemplos, hace solo unas décadas el actor Steve Mc Queen moría de un agresivo cáncer de pulmón. Resulta que, como aficionado al mundo del motor, había pasado una gran parte de su vida compitiendo con un traje ignífugo fabricado a base de Amianto. No ocurriría hoy, ya que somos tan avanzados que estamos muy al corriente de las características cancerígenas de este material.
Los antiguos pobladores de este planeta cometieron estos y otros muchos errores garrafales debido exclusivamente a su inconmensurable ignorancia. Si hubieran sabido a lo que se exponían, jamás hubieran sido tan estúpidos de continuar llevando a cabo prácticas tan nocivas para su salud.
Eso solo lo hacemos nosotros, los modernísimos super humanos del siglo XXI.




El hábito de fumar existe desde el principio de los tiempos. Civilizaciones separadas entre sí por miles de kilómetros de océano aprendieron espontáneamente a hacerlo de maneras muy diferentes.
Por aquellos tiempos fumar era igual de malo que ahora. El ser humano nunca ha tenido entre sus funciones corporales la de aspirar humo y retenerlo en los pulmones por placer. De hecho eso, antes de la aparición del fumeque, se conocía como “asfixiarse”. Lo que ocurre es que por aquellos tiempos y hasta hace relativamente pocos años, la gente no era consciente de lo perjudicial que era para la salud y de cuan directamente relacionado estaba con un gran número de enfermedades mortales.
Probablemente el tabaquismo crónico que sufre nuestra sociedad sea una de las mayores y más irrefutables pruebas de la estupidez humana contemporánea. Porque, al contrario que nuestros antepasados, nosotros SI sabemos (con datos muy concretos) el daño que el tabaco causa a fumadores activos y pasivos.
Lo hemos visto en los periódicos, en las noticias. Tenemos familiares y conocidos muertos o enfermos. Todos lo tenemos claro, está a la orden del día. Fumar mata.
No hay que ser muy listo: Cuando fumas te cansas más, hueles peor, te sientes débil y enfermas con mayor facilidad. Los dientes se ponen amarillos, la voz se torna ronca. Se atrofian los sentidos del gusto y del olfato. ¡Generamos dependencia! ¿Desde cuándo puede ser una buena señal ser adicto a inhalar humos?
Por si fuera poco es un vicio caro, muy caro. ¿Mil euros al año en tabaco? Y es menos de lo que gasta una persona que consuma una cajetilla diaria. Y para rematar perjudica  a los demás, a los inocentes. Fumarte un cigarro al lado de un niño es obligarle a inhalar, junto con el oxigeno que respira, los componentes venenosos que generas.
Y todo esto ¿para qué?
¿Acaso el tabaco te aporta algo? ¿Algo real?

No te engañes, la respuesta es NO. Nada bueno, en cualquier caso, aunque los fumadores aleguen, cuando se les pregunta a este respecto, las mismas razones una y otra vez:

a. “Fumar me gusta”
Fumar no te gusta. Fumar no le gusta a nadie. Te gusta el azúcar, la sal y la grasa que son los sabores que tu cuerpo está programado para disfrutar. Pero el humo no te gusta, porque el humo es…humo, y el cuerpo de los seres humanos no está diseñado para “gozar” con él, sino para tratar de soportarlo (sobrevivir a él). El humo es el residuo en suspensión resultante de una combustión. Sabe a hollín, a carbón. A quemado, vamos.
¿Recuerdas la primera vez que probaste tu plato favorito? Te encantó. No creo que guardes el mismo recuerdo de tu primer cigarro.

b. “Fumar me relaja”
Fumar NO te relaja. Te sorprenderá saber que, muy al contrario de lo que piensas, la nicotina es un estimulante y no un depresor.
El problema está en que, cuando el efecto del último cigarro empieza a diluirse, tu cuerpo se vuelve loco para que le des más y no te dejará en paz hasta que te fumes otro. Por eso piensas que te calma, mientras que lo único que hace es garantizarte un nuevo momento de malestar futuro.

c. “Necesito fumar”
Solo los adictos más tristes se atreven a pronunciar esta frase. Tratar de justificarse dando a entender que somos esclavos del humo que sale de un cilindro de papel relleno de hierbajos es muy penoso, pero aun así hay gente que continúa haciéndolo.
Es una estrategia que se basa en echarle la culpa a todo lo demás con tal de no responsabilizar al verdadero causante, que es uno mismo. Esto, según tengo entendido, se conoce en psiquiatría como Locus de Control Externo.
Haciendo una comparación radical pero sencilla, sería como si alguien se perforara el pecho 20 veces al día con una katana y se justificara diciéndolo que necesita hacerlo. Sencillamente ridículo.

d.”Total, de algo hay que morir”
Suele ser el último de los argumentos que vienen a la cabeza de los defensores de las tabacaleras.
Se trata, en sí misma, de una verdad como un templo. De algo hay que morir.
Sin embargo hay miles de formas de morir, miles de desgracias que pueden sucedernos y miles de enfermedades que contraer. ¿Seguro que te apetece ser tú el causante de tu muerte, lenta y dolorosa? ¿Pagando por ello una elevadísima cantidad de dinero al mes, además? Con la de formas de morir que existen, ¿no sería más sencillo, mas barato y menos perjudicial para tu entorno que te tirases por un barranco? Pues eso.

En realidad lo único que hace un cigarrillo es reforzar una personalidad débil. Atención a los siguientes ejemplos:
1- Una chica sentada sola en un banco no es más que una pardilla que espera.
2- Un joven apoyado en la pared de una discoteca solo es un apalancado.
3- Un chaval que sale del colegio con sus amigos es un estudiante más.
4- Una trabajadora que deja su puesto y sale a la calle a tomar el aire es una vaga.

Sin embargo, añadiendo un cigarro a la boca de nuestros cuatro personajes obtenemos:
1- Una mujer sofisticada e interesante.
2- Un joven atractivo y misterioso.
3- El tío más duro del cole.
4- Una currante tomándose un merecido descanso.

Y si todavía quedan dudas, observemos la cultura popular, el cine y la música de las últimas décadas. Los machotes de las películas fuman, y las tías buenas rompecorazones también. Si uno quiere ser una estrella del rock solo necesita un tatuaje y un paquete de Lucky Strike, no siendo en ocasiones el tatuaje necesario.






Rindámonos a la evidencia de una vez: si empezamos a fumar fue por influencias externas y si mantenemos tan repulsivo hábito es porque ya lo consideramos parte imprescindible de nosotros mismos. Estamos enfermos, y entender esto es el primer paso hacia la curación.

Ahora que el gobierno ha prohibido el consumo de tabaco en todos los lugares públicos, bares y restaurantes incluidos, los fumadores han puesto el grito en el cielo. Les parece injusto que se les considere apestados y se les obligue a alejarse de la gente para llevar a cabo su hábito. Además, defienden que esta medida tiene un efecto perjudicial sobre la economía del país y que, principalmente, afecta al sector hostelero que ha perdido una gran cantidad de ingresos desde su entrada en vigor.
Los fumadores deben comprender que se les considera apestados porque apestan. Porque echan humo y el humo huele mal. Nadie podría recriminarles que su olor corporal fuera fuerte o que sufrieran de halitosis, porque eso es natural. Si se puede, sin embargo, exigir que, si pretenden llevar  a cabo prácticas malolientes e insaludables, se marchen a hacerlo lejos del resto, donde no puedan afectar a nadie que no quiera resultar afectado. De la misma manera el día que yo quiera disparar una escopeta lo haré en un campo de tiro, y no en un parque infantil.
Con respecto a la supuesta defensa a los empresarios de la restauración, debemos tener en cuenta que los que han dejado de ir a los bares son precisamente los fumadores, luego no parece muy lógico que sean los propios causantes de la crisis hostelera los que traten de hacer sentir mal al resto de la sociedad por sus actos.


Es sencillo: si a los fumadores les preocuparan lo más mínimo las finanzas de los bares y restaurantes SEGUIRIAN ACUDIENDO A ELLOS, y consumirían lo mismo. Sin fumar, eso sí (o fumando en la calle, donde no molestan al que acaba de pedir el primer plato y tiene que comérselo rodeado del humo de todos los cigarros del local). Yo, que llevo un año y medio sin fumar, les puedo asegurar que es posible pasar una tarde entera en un restaurante consumiendo como el que más sin encender ni un solo cigarro. Y no pasa NADA.











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